domingo, 24 de marzo de 2013

CIUDAD ANTIGUA

Introducción
Podemos observar la estructura religiosa y familiar del pueblo romano y del griego, además de cómo es la ciudad de Roma y Atenas.
Grecia y Roma son dos civilizaciones que marcaron la historia de la humanidad, Grecia por su maravillosa cultura y Roma por su poderío militar y su expansionismo, además de su estructura política; estas civilizaciones han sido la base de muchas culturas actuales.
Hablando de Grecia, nos damos cuenta que sus maravillosos filósofos y pensadores fueron la base para la evolución científica del mundo actual, además que gran cantidad de sus principios filosóficos prevalecen hasta la actualidad como validos e irrefutables. Teniendo en cuenta que existió hace 2600 años nos damos cuenta que era una ciudad (Atenas), con una cultura impresionante, y una organización política y familiar digna de admirar e imitar.
En Roma, la cual es la materia de nuestro estudio, nos damos cuenta que sus tres épocas fueron imitadas por el resto de la humanidad (tal vez estos le copiaron la república a Grecia, pero por la evolución que llevo Roma podemos atrevernos a decir que fue de origen propio), respecto a la organización política, Roma estaba perfectamente estructurada en clases sociales, entre las cuales existía gran diferencia, pero las clases inferiores tenían forma de ser ciudadanos, para así obtener los beneficios de estos, también podían ser libres y dejar atrás la esclavitud por medio de diferentes formas, las cuales son dignas de analizar; hablando de su estructura política, Roma estuvo integrada por magistraturas, las cuales eran las encargadas de dirigirla, en distintas épocas estas fueron abolidas por la excesiva hambre de poder de sus jefes supremos (muchas veces no era hambre de poder, sino demencia), el pueblo romano llego a tener tanto poder que fueron dueños del mediterráneo, de gran parte de Europa, de parte de Asia, el norte de África, así nos damos cuenta del poder expansionista que tenia Roma.
Nos atrevemos a decir, que Grecia y Roma fueron lo máximo de su tiempo, con Roma, su caída fue a causa de su excesivo territorio, ya que tenían tanto que no lo podían controlar, con Grecia, lo ignoro; volviendo a Roma, fu tan grande su imperio que lo tuvieron que dividir en 2: el de oriente y el de occidente, uno cayo en el 476 por causa de los bárbaros, el otro en 1453 a causa de los bárbaros.
Roma estuvo plagada de personajes distinguidos, desde grandes gobernantes, juristas, psicópatas, generales, y un sin fín de personajes que merecen que hablemos un poco mas de ellos; Grecia se caracterizo por contar con grandes filósofos, los cuales pasaban su tiempo tratando analizando todo y formulándose las preguntas clásicas : “Que es” y “para que es”, los cuales a través del tiempo nos vamos dando cuenta de su gran intelecto y su necesidad de aprender cosas nuevas del entorno y de la conducta humana.
Roma se caracterizo por ser un cuerpo bien estructurado, gracias al cual, en la actualidad imitamos muchas cosas de este, por eso llevamos esta materia, que nos sirve para conocer el origen del derecho actual en México, los griegos nos ayudan a pensar, dado que los principios básicos de la utilización de la mente fueron instituidos por ellos, además de muchas cosas que hasta la actualidad son dignas de admirar.
LIBRO PRIMERO
CREENCIAS ANTIGUAS
CAPITULO I
Las generaciones antiguas, mucho antes que hubiera filósofos, creyeron en una segunda existencia después de la actual, consideraron la muerte, no como una disolución del ser, sino como un mero cambio de vida.
Era costumbre, al fin de la ceremonia fúnebre, llamar tres veces al alma del muerto por el nombre que había llevado. Se le deseaba vivir feliz bajo tierra; se escribía en la tumba que él reposaba allí. Jamas se prescindía de enterrar con el los objetos de que, según se suponía, tenia necesidad.
De esta creencia primitiva se derivo la necesidad de la sepultura. Para que el alma permaneciera en esta morada subterránea, que le convenía para su segunda vida, era necesario a que el cuerpo al que estaba ligada quedase recubierto de tierra. El alma que carecía de tumba no tenia morada, vivía errante, se convertía pronto en malhechora.
La antigüedad entera estaba persuadida de que sin la sepultura el alma era miserable, y que por la sepultura adquiría la eterna felicidad.
Se temía menos a la muerte que a la privación de la sepultura, ya que se trataba del reposo y la felicidad eterna.
Se rodeaba a la tumba de grandes guirnaldas de hierba y flores, que se depositaban tortas, frutas, sal, se derramaba leche, vino, y a veces la sangre de alguna víctima.
Capitulo II
El culto de los muertos
Estas creencias dieron pronto a lugar las reglas de conducta. Puesto que el muerto tenia necesidad de alimento y bebida, se concibió un deber de los vivos satisfacer esta necesidad, fue obligatorio.
Los muertos pasaban por seres sagrados, los antiguos les otorgaban los más respetuosos epítetos que podían encontrar: llamándoles bienaventurados, buenos, santos. Para ellos tenían toda la veneración que el hombre pueda sentir por la divinidad que ama o teme; en su pensamiento cada muerto era un dios. No se daba distinción entre los muertos.
Si el muerto al que se olvidaba era un malhechor, aquel al que se honraba era un dios tutelar, que amaba a los que ofrecían el sustento. Estas almas humanas divinizadas por la muerte, eran lo que los griegos llamaban demonios o héroe, los romanos le dieron el nombre de lares y manes.
Capitulo III
El fuego sagrado
La casa de un griego o romano encerraba un altar, en este altar tenia que haber un poco de ceniza y carbones encendidos, era una obligación sagrada para el jefe de la casa el conservar el fuego de día y noche. No era licito alimentar ese fuego con cualquier clase de madera, este fuego debía conservarse siempre puro.
Había un día del año, que para los romanos era el 1 de mayo en que cada familia tenia que extender su fuego sagrado y encender otro inmediatamente, pero para obtener el nuevo fuego era preciso observar escrupulosamente algunos ritos. El fuego tenia algo de divino, se le adoraba, se le rendía un verdadero culto.
Jamas salía el hombre sin dirigir una oración a su hogar; al regreso antes de ver a su mujer y de abrazar a sus hijos debía inclinarse ante el hogar e invocarlo, el fuego del hogar era pues la providencia de la familia.
El culto del fuego sagrado no solo pertenecía Grecia y Roma, sino que también se encontraba en oriente, entre los indos suele llamarse agni.
El hombre culpable no podía acercarse a su hogar, hasta que se purificara de la mancha.
El nombre del fuego sagrado fue personificado con el nombre de Vesta. Se represento a esta divinidad con rasgos de mujer, Vesta fue la diosa virgen, que no representaba en el mundo la fecundidad ni el poder, fue el orden, pero no el orden rigurosos, abstracto, la ley imperiosa y fatal, que se advirtió muy pronto en los fenómenos de naturaleza física.
Capitulo IV
La religión domestica
Desde hace muchos años el hombre solo admite una doctrina religiosa mediante dos condiciones: que le anuncie un dios único, y que se dirigía a todos los hombres y a todos sea accesible sin rechazar sistemáticamente ninguna clase ni raza.
En esta religión primitiva cada dios solo podía ser adorado por una familia. La religión era puramente domestica. Una de las reglas de aquel culto, era que cada familia solo podía rendir culto a los muertos que le pertenecían por la sangre, por eso la ley prohibía que un extranjero se acercase a una tumba, tocar con el pie, aun por descuido una sepultura era un acto impío.
cada familia tenia su tumba, donde los muertos descansaban en su tumba unos al lado de otros, siempre juntos. El culto no era publico, al contrario las ceremonias solo se celebraban por los miembros de la familia.
LIBRO II
LA FAMILIA
Capitulo 1
La religión ha sido el principio constitutivo de la familia antigua
En ciertos días, cada cual determinado por su religión domestica. Los vivos se reúnen cerca de los antepasados. Les llevan la comida fúnebre, les vierten la leche y el vino, depositan las tortas y frutas o queman en su obsequio la carne de una víctima. A cambio de estas ofrendas, solicitan su protección, les llaman sus dioses y les piden que den fertilidad al campo, prosperidad a la casa, virtud a los corazones.
El principio de la familia antigua no radica en la generación exclusivamente. El principio de la familia tampoco consiste en el afecto natural, pues el derecho romano y el griego no tienen para nada en cuenta ese sentimiento.
El fundamento de la familia romana, han creído que ese fundamento debía encontrarse en el poder paternal o marital. Lo que une a los miembros de la familia antigua, es la religión del hogar y los antepasados.
Una familia era un grupo de personas al que la religión permitía invocar al mismo hogar y ofrecer la comida fúnebre a los mismos antepasados.
Capitulo II
El matrimonio
El matrimonio es pues, un acto grave para la joven, y no menos grave para el esposo, pues esta religión exige que se haya nacido cerca del hogar para tener el derecho de sacrificarle, y sin embargo va introducir cerca de su hogar a una extraña.
El matrimonio era la ceremonia santa que había de producir esos grandes efectos. La religión con que se consumaba el matrimonio no era la de Júpiter o la de Juno, o la de otros dioses del olimpo. La ceremonia no se realizaba en el templo, sino en la casa, y la presidía el dios domestico.
La ceremonia entre los griegos se componía, por decirlo así de tres actos: ante el hogar del padre, en el hogar del marido y en el transito de uno a otro. El matrimonio romano se parece mucho al griego y como este comprendía tres actos: traditio, deductio in domun, confarreatio. La joven abandona el hogar paterno, se conduce a esta a la casa del esposo, se canta en torno a ella un antiguo himno religioso, el cortejo se detiene ante la casa del marido, allí se presenta a la joven el agua y el fuego; luego se conduce a la esposa ante el hogar donde se encuentran las imágenes de los antepasados. Comen juntos una torta de flor de harina, es lo que realiza la unión santa entre los esposos. El matrimonio ha sido para ella como un segundo nacimiento.
Esta religión no acepta la poligamia, haciéndolo indisoluble y el divorcio casi imposible. El derecho romano permitía fácilmente disolver el matrimonio por coemptio pero el religioso era muy difícil. El efecto de la conferatio solo podía ser destruido por la differratio.
Capitulo III
De la continuidad de la familia; celibato prohibido; divorcio en caso de esterilidad; desigualdad entre el hijo y la hija
Las creencias referentes a los muertos y al culto que se les debía han constituido la familia antigua y le han dado la mayoría de sus reglas. La regla de que cada familia debía de perpetuarse siempre, los muertos necesitaban que su familia nunca se extinguiese. La extinción de la una familia produce la ruina en la religión de esta.
La ley encargaba en Atenas al primer magistrado de que ninguna familia se extinguiese, también la ley romana se mostraba atenta a no dejar caer ningún culto domestico. Una familia que se extingue es un culto que muere. El gran interés de la vida humana era continuar la descendencia para continuar el culto, Apenas hubo leyes y declararon que el celibato era cosa mala y punible. Cuando las leyes dejaron de prohibir el celibato, no por eso dejo de estarlo por las costumbres.
El hijo que había de perpetuar la religión domestica debía ser el fruto de un matrimonio religioso. El matrimonio era pues obligatorio
El efecto del matrimonio a los ojos de la religión y de las leyes era unir a dos seres en un mismo culto domestico para hacer nacer un tercero que fuese apto para continuar ese culto.
El nacimiento de una hija no realizaba el objeto del matrimonio, En efecto la hija no podía continuar el culto, pues el día que se casaba renunciaba a la familia y al culto de su padre. Era pues el hijo a quien esperaba el que era necesario. El ingreso de este hijo a la familia se señalaba con un acto religioso.
Capitulo IV
De la adopción y de la emancipación
El deber de perpetuar el culto ha sido el principio del derecho de adopción entre los amigos. “A aquel a quien la naturaleza no ha concebido hijos puede adoptar uno para que no cesen las ceremonias fúnebres”. Teniendo su razón de ser la adopción solo en la necesidad de prevenir que el culto se extinguiese siguiese que nada, estaba permitida al que no tuviese hijos.
Cuando se adoptaba a un hijo era preciso, ante todo, iniciarlo en el culto, por eso se realizaba la adopción con una ceremonia sagrada que parece ser muy semejante a la que marcaba el nacimiento de un hijo.
A la adopción correspondía como correlativo la emancipación. Para que un hijo pudiera entrar a una nueva familia, era de todo punto preciso haber salido de la antigua.
Capitulo V
Del parentesco que los romanos llamaban agnación
Platón dice que el parentesco es la comunidad de los mismos dioses domésticos. No se podía ser pariente por línea de las mujeres, la mujer no trasmitía la existencia ni el culto. El principio del parentesco no radicaba en el acto material del nacimiento, sino del mismo culto.
Así como la religión solo se trasmitía de varón en varón, así esta atestiguado por todos los jurisconsultos antiguos que dos hombres no podían ser agnados entre sí, a menos que, remontándose siempre de varón en varón, resultase que tuviese antepasados comunes. La regla para la agnación era pues la misma que para el culto.
El lazo de sangre no basta para establecer este parentesco, se necesita el lazo de culto, la religión determinaba el parentesco.
Capitulo VI
El derecho de la propiedad
Se sabe que algunas razas nunca llegaron a establecer la propiedad privada, que otras lo lograron después de mucho tiempo y trabajo. Entre los antiguos germanos - según algunos autores - la tierra no pertenecía a nadie.
Al contrario, las poblaciones de Grecia e Italia, desde la más remota antigüedad han practicado la propiedad privada. Ningún recuerdo histórico ha quedado de que la tierra haya sido común.
Parece ser que entre los griegos, el concepto del derecho de propiedad siguió una marcha completamente opuesta a la que parece natura. No se aplico a la cosecha primero, y al suelo después, se siguió el orden inverso.
La idea de la propiedad privada estaba implicada en la religión misma. Cada familia tenia su hogar y sus antepasados, esos dioses solo podían ser adorados por ella, solo a ella protegían, era su propiedad.
Un mismo muro no puede ser común a dos familias, pues entonces habría desaparecido el recinto sagrado de los dioses domésticos. En roma la ley fija en dos pies y medio la anchura del espacio libre que debe separar siempre a dos casas, y este espacio queda consagrado al dios del recinto.
La familia poseía pues, una tumba común, donde sus miembros, uno tras otro, habían de reposar. La regla era la misma para esa tumba que para el hogar. Así como las casas no debían estar contiguas, las tumbas tampoco, sino que cada una tenia un cerco aislante. He aquí, pues, una parte de la tierra que, en nombre de la religión, se convierte en un objeto de propiedad perpetuo para cada familia. La sepultura había establecido la unión indisoluble de la familia con la tierra, es decir, la propiedad.
Capitulo VII
El derecho de sucesión
Habiéndose establecido el derecho de propiedad para la realización de un culto hereditario no era posible que ese derecho se extinguiese por la corta existencia del individuo. El hombre muere, el culto permanece, el hogar no debe extinguirse ni la tumba abandonarse. Prosiguiendo la religión domestica, el derecho de propiedad debe continuar con ella.
Dos cosas están ligada estrechamente en las creencias como en las leyes de los antiguos: el culto de una familia y la propiedad de la misma. La persona que hereda, sea quien sea, esta encargada de hacer las ofrendas sobre la tumba.
Siendo la religión domestica como ya hemos visto, hereditaria de varón en varón, la propiedad también lo es. El hijo hereda, pero la hija no, en el derecho romano, la hija no hereda del padre si se casa, en el griego de ninguna manera. La hija no es apta para continuar la religión paterna, pues que se casa, y al casarse renuncia al culto del padre para adoptar el del esposo. Si un padre dejase sus bienes a la hija, las propiedades se separarían del culto, y esto es inadmisible. La religión le prohibe heredar de su padre.
Es verdad que los hombres encontraron muy pronto un giro para conciliar la prescripción religiosa, que prohibía heredar a la hija, con el sentimiento natural, que aconsejaba que pudiera gozar de la fortuna paterna. Esto es notable en el derecho griego. La legislación ateniense propendía manifiestamente a que la hija imposibilitada de ser heredera, se casase al menos con el heredero.
Si el padre solo tenia una hija, podía adoptar a un hijo y darlo a la hija como esposo. También podía instituir por testamento un heredero que se casase con su hija.
La necesidad de satisfacer a la religión, combinada con el deseo de salvar los intereses de una hija única, fue causa de que encontrase otro giro.
Si un hombre moría sin hijos, para saber cual era el heredero de sus bienes, no había mas que buscar al continuador del culto.
Estos principios regulaban el orden de sucesión. Si un hombre perdía a su hijo ya su hija, y solo dejaba nietos, el hijo de su hijo heredaba, pero no el hijo de su hija. A falta de descendientes, tenían por heredero a su hermano, no a su hermana; al hijo de su hermano, no al hijo de su hermana.
He aquí la ley de Atenas, “si un hermano muere sin un hijo, hereda el hermano del difunto, con tal que sea hermano consanguíneo, en su defecto el hijo del hermano, pues la descendencia pasa siempre a los varones y a los descendientes de los varones.
Las doce tablas también decidían que si un hombre moría sin heredero de si mismo, la sucesión pertenecía al más próximo agnado. Ya hemos visto que nunca podía ser agnado por las mujeres. El antiguo derecho romano aun especificaba que el sobrino heredaba del patruus, es decir del hermano de su padre, y no del avunculus, el hermano de su madre.
Capitulo VII
La autoridad en la familia
La familia no ha recibido sus leyes de la ciudad. El derecho antiguo no es obra de un legislador, al contraigo se ha impuesto al legislador. Es en la familia en donde se ha encontrado su origen. El padre es el primero junto al hogar, él lo enciende, y él es el pontífice.
La religión no coloca a la mujer en tan elevado rango. El derecho griego, el derecho romano, el derecho indio, que proceden de estas creencias religiosas, están acordes en considerar a la mujer siempre como una menor. La autoridad del marido sobre la mujer no resultaba de ningún modo de la mayor fuerza del primero. Como todo el derecho privado, se deriva de las creencias religiosas que colocaban al hombre en superior condición que a la mujer.
En el rigor del derecho primitivo, los hijos permanecen ligados al hogar del padre y, por consecuencia, sometidos a su autoridad mientras vive, son menores. Gracias a la religión domestica, la familia era un pequeño cuerpo organizado, una pequeña sociedad con su jefe y su gobierno.
Clasificarse en tres categoría, según se considera al padre de familia como jefe religioso, como dueño de la propiedad o como juez:
1) El padre es el jefe supremo de la religion domestica, el regula todas las ceremonias del culto, de aquí se deriva toda una serie de derechos: derecho de reconocer o rechazar al hijo cuando nace, derecho de repudiar a la mujer, derecho de casar a la hija, derecho de casar al hijo, derecho de emancipar, derecho de adoptar, derecho de designar en visperas de morir un tutora la mujer y a los hijos.
2) Solo podía haber un propietario en cada familia, que era la familia misma, y un usufructuario (el padre); la propiedad no podía dividirse, y, descansando integra en el padre, ni la mujer ni el hijo poseían nada como propio. En el derecho romano se ve y también se encuentra en las leyes de Atenas, que el padre podía vender a su propio hijo.
3) La mujer y el hijo no podían ser demandantes, ni defensores, ni acusadores, ni acusados, ni testigos. Entre toda la familia, solo el padre podía comparecer ante el tribunal de la ciudad, la justicia publica solo para el existía, por eso era responsable por los delitos cometidos por los suyos. Este derecho de justicia que el jefe de familia ejercía en su casa era completo y sin apelación.
Capitulo IX
La antigua moral de la familia
La historia no estudia solamente los hechos materiales y las instituciones, su verdadero objeto de estudio es el alma humana, debe aspirar a conocer lo que esta alma ha creído, ha pensado, ha sentido, en las diferentes edades del genero humano.
La religión de estas primeras edades era exclusivamente domestica, la moral también lo era. En esta religión del hogar, el hombre jamas implora a la divinidad a favor de otros hombres, solo lo invoca por si y por los suyos. Esta religión conoce la misericordia, pose ritos para borrar las manchas del alma por estrecha y grosera que sea, sabe consolar al hombre hasta de sus propias faltas. Esta misma religión vela cuidadosamente por la pureza de la familia. Considera que la más grave falta que puede cometerse es el adulterio. Otra regla es que la tumba solo contenga a los miembros de la familia.
Esta moral domestica aun prescribe otros deberes. Dice a la esposa que debe obedecer, al marido que debe mandar. Enseña a ambos que deben respetarse mutuamente. Entre los romanos la presencia de la mujer es tan necesaria en el sacrificio, que el sacerdote pierde el sacerdocio en cuanto queda viudo.
Pero el hijo también desempeña su papel en el culto, realiza una función en las ceremonias religiosas, su presencia es tan necesaria en ciertos días, que el romano sin hijos se ve obligado a aceptar a uno ficticiamente para esos días, a fin de que los ritos puedan celebrarse. Puede suponerse lo que estas creencias inspiraban de respeto y afecto recíprocos en la familia.
Capitulo X
La “gens” en Roma y Grecia
La gens formaba un cuerpo cuya constitución era perfectamente aristocrática, gracias a su organización interior, los patricios de Roma y los eupatrides de Atenas perpetuaron por mucho tiempo sus privilegios.
Los plebeyos de Roma idearon la formación de gentes a imitación de los patricios; en Atenas se intento trastornar a los eupatrides, de fundirlos entre sí y de remplazarlos por los demos, establecidos estos a la imagen de aquellos.
En Roma como en Atenas había gentes, cada gens tenia un culto especial. En Grecia se reconocía a los miembros de una misma gens en que realizaban sacrificios en común desde una época muy remota.
También en Roma cada gens tenia que realizar algunos actos religiosos, este culto tenia que perpetuarse de generación en generación, y era un deber dejar tras de sí hijos que lo continuasen.
Los dioses de la gens, solo la protegían a ella y solo por ella querían ser invocados. Ningún extraño podía ser admitido en las ceremonias religiosas, así cada gens tenia su culto y sus fiestas religiosas, también tenían su tumba común.
La gens no es otra cosa que la similitud del nombre. Según otros, la gens solo es la expresión de una relación entre una familia que ejerce el patronato y otras familias que son clientes. El carácter de mas relieve y mejor constatado de la gens es que tienen un culto propio. Si la gens adoraba en común a un antepasado, es que sinceramente creía descender de el. Todo nos presenta a la gens como unida por un lazo de nacimiento.
LIBRO IIl
LA Fratría y la curia
Capitulo 1
La tribu
La religión doméstica prohibía que dos se mezclaran y se identificaran. Pero era posible que varias familias, sin sacrificar nada de su religión particular, se uniesen al menos para la celebración de otro culto que les fuese común. Esto es lo que ocurrió. Cierto número de familias formaron un grupo que la lengua griega llamó fratría y la lengua latina curia. En el momento de unirse, estas familias concibieron una divinidad superior a sus divinidades domésticas, divinidad común a todas y que velaba sobre el grupo entero. No había curia ni fratría sin altar y sin dios protector.
La tribu, tenía un tribunal y un derecho de Justicia sobre sus miembros. Por lo que nos queda de las instituciones de la tribu, se ve que en su origen estuvo constituida para ser una sociedad independiente, y como si no hubiese tenido ningún poder social superior.
Capitulo ll
Nuevas creencias religiosas
La religión de los muertos permaneció siempre inmutable en sus prácticas, mientras que sus dogmas se extinguían poco a poco, la otra, la de la naturaleza física, fue más progresiva y se desarrollo libremente a través de las edades, cada hombre solo adoraba a un número muy restringido de divinidades. La primera aparición de estas creencias pertenece a una época en que os hombres aún vivían en el estado de familia, estos nuevos dioses tuvieron al principio como los demonios, los héroes y los lares, el carácter de divinidades domésticas. Se necesito mucho tiempo antes de que esos dioses salieren del seno de las familias que los habían concebido y los consideraban como su patrimonio. A medida que esta nueva religión iba en progreso, la sociedad debió agrandarse.
Capitulo 111
La ciudad se forma
Varias fratrías se habían unido en una tribu, varias tribus pudieron asociarse entre si, a condición de respetarse el culto de cada cual. El día en que se celebró esta alianza, existió la ciudad.
Cuando un jefe salía de una ciudad ya constituida para fundar otra, ordinariamente sólo llevaba un pequeño número de conciudadanos, a los que se incorporaban muchos otros que procedían de diversos lugares y aun podían pertenecer a ciertas razas. Pero este jefe siempre constituía el nuevo Estado a imagen y semejanza del que acababa de dejar. En consecuencia, dividía su pueblo en tribus y fratrías.
Capitulo lv
La urbe
Ciudad y Urbe, no eran palabras sinónimos entre los antiguos. La ciudad era la asociación religiosa y política de las familias y de las tribus; la urbe era el lugar de reunión, domicilio y sobre todo, el santuario de esta asociación. Fundábase la urbe de un solo golpe; totalmente terminada en un día. Pero era preciso que antes estuviese constituida la ciudad, que era la obra más difícil y ordinariamente la mas larga. La fundación de una urbe era siempre un acto religioso.
Capitulo v
El culto del fundador; la leyenda de eneas
Cada ciudad adoraba al que la había fundado. El fundador se recordaba cada año en las ceremonias sagradas. Eneas había fundado a Lavinio, de donde procedían los albanos y los romanos, y que por consecuencia, era considerado como el primer fundador de Roma. Sobre el se estableció un conjunto de tradiciones y recuerdos. Virgilio se apoderó de ese tema y escribió el poema nacional de la ciudad de romana. La llegada de Eneas, o mejor, el traslado de los dioses de Troya a Italia, es el tema de la Eneida. El poeta canta a ese hombre que surca los mares para fundar una ciudad y llevar sus dioses al Lacio.
Capitulo vl
LOS DIOSES DE LA CIUDAD
Una ciudad era como una pequeña iglesia, con sus dioses, sus dogmas y su culto. Tenían su cuerpo de sacerdotes que no dependía de ninguna autoridad extraña, tenían libros litúrgicos, y cada ciudad tenía su colección de oraciones y de prácticas. Así la religión era completamente local y civil, tomando este ultimo nombre en su antiguo sentido, es decir, especial a cada ciudad. En general, el hombre sólo conocía a los dioses de su ciudad y sólo a ellos honraba y respetaba.
Capitulo vll
La religión de la ciudad
LAS COMIDAS PUBLICAS.
La principal ceremonia de culto doméstico era una comida, que se denominaba sacrificio. La principal ceremonia del culto de la ciudad también era una comida de esta naturaleza, que había de realizarse en común, por todos los ciudadanos, en honor a las divinidades protectoras. Esto estaba tan vigente tanto en Grecia como en Italia.
LAS FIESTAS Y EL CALENDRIO.
Todo lo que era sagrado daba lugar a una fiesta, existía la fiesta del recinto de la ciudad, amburbalia; la de los límites del territorio ambarvalia.
Lo que caracterizaba estas fiestas religiosas era la prohibición de trabajar, y la prohibición de hacer el mal, la obligación de estar alegres, el canto y los juegos públicos.
El calendario estaba regulado por las leyes de la religión. Que únicamente los sacerdotes conocían. Cada ciudad contaba sus años de una forma diferente.
Capitulo vlII
LOS RITUALES Y LOS ANALES
A veces, el ritual estaba escrito en tabletas de madera; a veces, en tela, Roma tenía sus libros de pontífices, sus libros de augures, su libro de ceremonias, y su colección de Indigitamenta. La historia de la ciudad decía al ciudadano todo lo que debía creer y todo lo que debía adorar. Por eso la historia era escrita por los sacerdotes. Roma tenía los anales de los pontífices. Al lado de los anales había también documentos escritos y auténticos, una tradición oral que se perpetuaba en el pueblo de cada ciudad.
Capitulo lx
Gobierno de la ciudad. El rey
El sacerdote del hogar público ostentaba el nombre del rey. En ocasiones le daban otros títulos, este es principalmente el jefe del culto: el conserva el hogar, hace el sacrificio y pronuncia la oración, preside las comidas religiosas. La tradición siempre los representa como sacerdotes, a estos reyes-sacerdotes se les entronizaba con un ceremonial religioso.
Capitulo x
El magistrado
El magistrado remplazó al rey, fue como él, un sacerdote al mismo tiempo que un jefe político. No había ningún magistrado que no tuviese que realizar algún acto sagrado. Los tribunos de la plebe eran los únicos que no tenían que realizar ningún sacrificio.
Las magistraturas romanas, que cierto sentido fueron miembros sucesivamente desgajados del consulado, reunieron como éste atribuciones sacerdotales y atribuciones políticas.
Capitulo xl
La ley
Entre los griegos y los romanos, como entre los indos, la ley fue al principio una parte de la religión. En Roma era una verdad reconocida que no se podía ser buen pontífice si se desconocía el derecho. A la ley antigua no se le discute, se impone; es una obra de autoridad: los hombres la obedecen porque tienen fe en ella.
El derecho sólo era un aspecto de la religión. Sin religión común, no había ley común.
DE LA OMNIPOTENCIA DEL ESTADO; LOS ANTIGUOS NO CONOCIERON LA LIBERTAD INDIVIDUAL.
La ciudad se había fundado sobre una religión y se había constituido como una iglesia. De ahí su fuerza, su omnipotencia y el imperio absoluto que ejercía sobre sus miembros.
El ciudadano estaba sometido en todas las cosas y sin ninguna reserva a la ciudad: le pertenecía todo entero.
Nada había en el hombre que fuese independiente. Su cuerpo pertenecía al estaba y estaba consagrado a la defensa del mismo.
En roma, el servicio militar estaba obligado hasta los cuarenta y seis años; En Atenas y Esparta, toda la vida.
Capitulo xll
El ciudadano y el extranjero
Reconociese el ciudadano en que tenia parte en el culto de la ciudad, derivándose de esta participación todos los derechos civiles y políticos, y entendiéndose, naturalmente, que renunciar al culto era lo mismo que renunciar a sus derechos. Hemos hablado ya de las comidas publicas y sentado que eran la principal ceremonia del culto nacional; pues bien. En esparta el que no asistia a ellas, aunque no fuese por culpa suya cesaba el acto de contrase entre el numero de ciudadanos; en Atenas el que no tamaba parte de la fiesta de los dioses nacionales perdia el derecho de la ciudad; y en roma era indispensable heberse hallado presente de la ceremonia santa de la lustración para disfrutar de los derechos políticos, dejando de ser ciudadano hasta el lustro siguiente el individuo que no había asistido y participado de los preces comunes y del sacrificio.  
Para dar la definición exacta del ciudadano hay que decir que es el que tiene la religión de la ciudad. Por el contrario, el extranjero es el que no tiene acceso al culto y no goza de la protección de los dioses de la ciudad ni tiene derecho de invocarlos; porque los dioses no aceptan preces ni ofrendas mas que de los ciudadanos y rechazan al extranjero, estándoles prohibida la entrada en sus templos y siendo un sacrilegio su presencia durante el sacrificio.
Capitulo xlll
El patriotismo, el destierro
La palabra patria significa entre los antiguos tierra de los padres, terra patria; y la de cada individuo era parte del suelo que había santificado su religión domestica o nacional, la tierra era en la que descansaban los huesos sus mayores, y que ocupaban sus almas. La pequeña patria era el recinto de la familia con su sepulcro y su hogar, y la grande, la ciudad con su pritaneo y sus héroes, con su sagrado recinto y su territorio marcado por la religión. “tierra sagrada de la patria” que decían los griegos, y no era una palabra vana, siendo el suelo sagrado para ellos por estar habitado por sus dioses. Estado, ciudad, patria no eran palabras abstractas como entre los modernos: representaban realmente un conjunto de divinidades locales con su culto diario y con creencias muy poderosas para el alma.
El destierro era propiamente era la interdicción del culto. Desterrar a uno era, según la formula usada igualmente por los griegos y los romanos, prohibirle el fuego y el agua, entendiéndose por este fuego el sagrado del hogar, y por el agua la lustra que sirve para los sacrificios. El destierro arrojaba al individuo fuera de la región. “que huya – decía la sentencia – y que no se acerque jamas a los templos. Que ningún ciudadano le hable ni le reciba, que no le admita a las preces ni a los sacrificios y que nadie le ofrezca el agua lustral” su presencia mancillaba la casa en que entraba, y el que lo recibia quedaba profanado por su trato. “el que haya comido o bebido con el o le haya tocado – decía la ley – debera purificarse” bajo el peso de la excomunión, el desterrado no podía tomar parte en ninguna ceremonia religiosa, quedando privado de todo culto, de comidas sagradas y de preces, y desheredando dde su parte la religión.
Capitulo xlv
Del espíritu municipal
 Lo que hasta aquí llevamos visto de las antiguas instituciones, y sobre todo de las viejas creencias, ha podido darnos una idea de la marcada separación que existía entre dos ciudades, las cuales, por vecina que fuese, formaban siempre dos sociedades completamente distintas. Había entre ella una separación mayor que la distancia que hoy separa a dos poblaciones, mayor que la frontera que divide dos estados, y era que ni tenían los mismos dioses ni las mismas ceremonias y preces. El culto de una ciudad estaba prohibido al individuo de la ciudad vecina, siendo creencia que los dioses de una población rechazaba los homenajes y las preces de todos los que no eran sus conciudadanos.
Capitulo xv
Relaciones entre las ciudades; la guerra; la alianza de los dioses
La religión, que ejercía tan grande imperio en la vida interior de la ciudad, intervenía con igual autoridad en las relaciones que mediaban entre las ciudades, esto se ve observando la manera que los hombres de las remotas edades se hacían la guerra, y la forma como celebraban las paces y formaban alianzas. Dos ciudades eran dos asociados religiosas que no tenían los mismos dioses. Cuando estaban en guerra no combatían solo los hombres, si no también los dioses tomaban parte de la lucha. Y no se crea esto era puramente una ficción poética, porque hubo siempre entre los antiguos una creencia viva y arraigada, en virtud de la cual cada ejercito llevaba consigo sus dioses, en la convicción de que ellos también tomaban en la refriega, que los soldados los defendían y ellos a los soldados, al pelear contra el enemigo creían todos al pelear contra dioses extranjeros y era licito detestarlos, injuriarlos y hasta hacerlos prisioneros.
Capitulo xvl
El romano; el ateniense
Esta misma religión que fundo las sociedades y las gobernó largo tiempo, conformo, por decirlo asi, el alma humana, e imprimio al hombre su carácter, con sus dogmas y sus practicas dio al romano y el griego cierta manera de pensar y de obrar y ciertos habitos de los que no pudieron desprenderse en mucho tiempo. Presentando al hombre dioses en todas partes, dioses pequeños y dioses fácilmente irritables y malévolos, se le abrumaba con el temor de tener siempre dioses en contra suya, y no se le dejaba libertad alguna en sus actos.
Es conveniente observar el lugar que ocupaba la religión en la vida de un romano. Su casa era para el lo que para nosotros el templo, estando en ella su culto y sus dioses. Su hogar era un dios, las paredes, las puertas, el umbral, otros tantos dioses; los hitos que limitaban su campo, también dioses; el sepulcro, un altar, y sus antepasados; seres divinos.
Capitulo xvll
De la omnipotencia del estado. Los antiguos no conocieron la libertad individual
La ciudad esta fundada sobre la religión y constituida como una iglesia. Este era el origen de su fuerza, de su omnipotencia y del imperio absoluto que ejercía sobre los miembros. En una ciudad fundada y establecida bajo tales principios no podían existir la libertad individual, porque el ciudadano estaba sometido a la ciudad en todo y sin reserva alguna, perteneciendo eternamente a esta. La religión que había creado al estado, y el estado que mantenía la religión, se sostenían mutuamente, constituyendo un todo; y esta dos potencias, asociadas y confundidas, formaban un poder casi sobrehumano, al que se hallaban sometidos en cuerpo y alma. Nada había en el individuo que fuese independiente de este poder. Su cuerpo  pertenecía al estado, y estaba consagrado en su defensa, siendo obligatorio el servicio militar en roma hasta los cincuenta años, en Atenas hasta los sesenta años y en Esparta indefinidamente.
LIBRO Iv
Las revoluciones
Capitulo 1
Patricios y clientes
La ciudad antigua, como cualquier sociedad humana, presentaba rangos, diferencias y desigualdades. La historia de Roma esta llena de lucha entre los patricios y el pueblo, lucha que se encuentra en todas las ciudades sabinas, latinas y etruscas. La autoridad del padre marca el principio de la desigualdad. En la familia después de varias generaciones se forman ramas segundonas, y se encuentran, en un estado de inferioridad con respecto a la rama primogénita. El cliente esta por debajo de las ramas segundonas.
La distinción entre estas dos clases es manifiesta en lo que concierne a los intereses materiales. La distinción es todavía más manifiesta en la religión. Solo el descendiente de un pater puede practicar las ceremonias del culto de la familia.
Capitulo ll
Los plebeyos
Es necesario indicar ahora otro elemento de población que estaba por debajo de los mismos clientes, y que, intimó en su origen, adquirió insensiblemente la fuerza suficiente para romper la antigua organización social, esta clase se hizo en roma más numerosa que en cualquier otra ciudad, recibía allí el nombre de la plebe, no formaba parte de lo que se llamaba el pueblo romano. Estos no tienen culto, el matrimonio sagrado no existía para ellos, no hay familia, ni autoridad paterna, no tienen derecho de propiedad, no tienen derechos políticos, etc.
Capitulo lll
Primera revolución
El poder en el estado se reunía en manos del rey, los jefes de las familias, los paters, y por encima de ellos, los jefes de las fratrías y de las tribus, formaron al lado del rey una aristocracia fortísima. El rey no era el único rey; cada pater lo era en su gens.
Los reyes querían ser poderosos, y los padres no querían que lo fueran, La lucha se entabló pues, en todas las ciudades entre la aristocracia y los reyes. En todas partes fue idéntico el resultado de la lucha: la realeza quedo vencida. Pero no se debe olvidar que esta realeza primitiva era sagrada. Por lo que se conservó, pero despojada de su poder, ya no fue más que un sacerdocio.
Capitulo iv
La aristocracia gobierna las ciudades
La misma revolución, bajo formas ligeramente variadas, se realizo en Atenas, en Esparta, en Roma, en todas partes fue obra de la aristocracia; en todas tuvo por efecto suprimir la realeza política, dejando subsistir la realeza religiosa. El gobierno de la ciudad perteneció a la aristocracia. La aristocracia estaba fundada en el nacimiento y, al mismo tiempo, en la religión. Tenía su principio en la constitución religiosa de las familias.
Capitulo v
Segunda revolución; cambios en la constitución de la familia; desaparece el derecho de primogenitura; dividese la “gens”
La revolución que derribó a la raleza, más que cambiar la constitución de la sociedad, modificó la forma exterior del gobierno. Esa revolución, fue obra de la aristocracia, que deseaba su conservación. La aristocracia hizo una revolución política sólo para evitar una revolución social y doméstica. La regla de indivisión que dio fuerza a la familia antigua fue abandonad paulatinamente. El derecho de primogenitura, condición de su unidad, desapareció. Considerable revolución que empezó a transformar a la sociedad.
Esta desmembración de la gens tuvo grandes consecuencias. La antigua familia sacerdotal, que había formado un grupo compacto, fuertemente constituido, poderoso, quedo por siempre relajada. Esta revolución preparó e hizo más fáciles otros cambios.
Capitulo vl
Los clientes se emancipan
He aquí otra revolución cuya fecha no puede indicarse, pero que con toda seguridad ha modificado la constitución de la familia y de la sociedad misma. Los servidores o clientes aspiran a emanciparse.
En los orígenes de roma hubo clientes. Hay alguien que se parece más al antiguo cliente: el liberto., no de otra manera que en los primeros tiempos de roma, hacia el final de la república, cuando alguno salía de la servidumbre, no se convierte inmediatamente en hombre libre y ciudadano. Queda sometido al amo. Antes se le denominaba cliente ahora liberto, solo el nombre ha cambiado. El liberto queda incorporado a la familia, depende de su patrono, el cual tiene el derecho de justicia sobre su liberto.
Capitulo vll
Tercera revolución; la plebe ingresa a la ciudad
ATENAS:
Los eupatridas, después de derribar a la realeza, gobernaron en Atenas durante cuatro siglos. La historia permanece muda acerca de esta larga dominación: solo una cosa se sabe, y es que fue odiosa a las clases inferiores, y que el pueblo se esforzó por librarse de ese régimen, Sólon hizo una reforma que consumo Clístenes, en la cual remplazaba las 4 antiguas tribus por otras 10 (nuevas), el molde de la antigua sociedad estaba roto y se formaba un nuevo cuerpo social.
Capitulo vlll
Cambios en el derecho privado; el código de las xll tablas; el código de solón
No pertenece a la naturaleza del derecho ser absoluto e inmutable; se modifica y se transforma como toda obra humana. Cada sociedad tiene su derecho, que se forma y se desenvuelve con ella, que cambia como ella, y que, en fin, sigue siempre el movimiento de sus instituciones, de sus costumbres y de sus creencias.
Capitulo lx
Nuevo principio de gobierno; el interés publico y el sufragio
La revolución que acabo con la denominación de la clase sacerdotal y elevo a la clase inferior al nivel de los antiguos jefes de las gentes marco el principio de un nuevo periodo en la historia de las ciudades. Verifico se una especie de renovación social, no limitándose ya a que una sola clase de hombres remplazase el poder a otra, sino desaparecieron los viejo principios y debido ser gobernadas las sociedades por nueva reglas. Verdad es que la ciudad conservo las formas exteriores que había tenido en la época precedente, que subsistió un régimen republicano, que los administrados siguieron llevando casi en todas parte sus antiguos nombres, que en Atenas continuo teniendo sus arcontes y roma sus cónsules y que tampoco se cambio nada en las ceremonias de la religión publica, conservándose los banquetes del pritaneo, los sacrificios al abrirse las asambleas y las preces.
LIBRO v
Desaparece el régimen municipal
Capitulo l
Nuevas creencias; la filosofía cambia las reglas de la política
La Ruina del régimen político, que Grecia e Italia habían creado, puede referirse a dos causas principales. Unas pertenece al orden de los hechos morales e intelectuales; la otra, al orden de los hechos materiales; la primera es la transformación de las creencias; la segunda es la conquista romana. La religión primitiva, se alteró con el tiempo y envejeció. Se comenzó a tener la idea de la naturaleza inmaterial; la noción del alma humana se precisó, y casi al mismo tiempo en el espíritu la de una inteligencia divina.
Enseñaban a los griegos que para gobernar, era necesario persuadir a los hombres y actuar sobre voluntades libres. Despierta así la reflexión, el hombre dudo de la justicia de sus antiguas leyes sociales, y aparecieron otros principios, fue entonces cuando empezó a comprenderse que existen otros deberes que los deberes que hacía el estado, y otras virtudes que la virtudes cívicas.
Capitulo ll
La conquista romana
En la obra de la conquista romana pueden distinguirse dos periodos. Uno pertenece al tiempo en que el viejo espíritu municipal aún tenía mucha fuerza; entonces fue cuando Roma hubo de superar los mayores obstáculos. El otro pertenece al tiempo en que el espíritu municipal andaba muy decaído: la conquista se realizo entonces fácil y rápidamente.
Las instituciones de la ciudad antigua se debilitaron y agotaron en una serie de revoluciones. La dominación romana tuvo por primer resultado acabar de destruirlas y extinguir lo que de ellas quedaba. Al destruir Roma en todas partes el régimen de la ciudad, no lo sustituía con nada. A los pueblos que despojaba de sus instituciones no les daba en cambio las suyas propias. Ni siquiera pensaba en crear instituciones nuevas que fueran para su uso. Está pues averiguado que los pueblos, a medida que ingresaban en el imperio de Roma , perdían su religión municipal, su gobierno, su derecho privado. Puede creerse, sin dificultad, que Roma atenuaba en la práctica lo que la sumisión tenía de destructora.
Tal fue el efecto de la conquista romana sobre los pueblos que sucesivamente cayeron en su poder. De la ciudad todo pereció: primero, la religión, luego, el gobierno y, en fin el derecho privado.
Todas las instituciones municipales, quebrantadas ya desde hacía mucho tiempo, fueron desarraigadas y aniquiladas.
LOS PUEBLOS ENTRAN SUCESIVAMENTE EN LA CIUDAD ROMANA
Esta lenta introducción de los pueblos en el Estado es el último acto de la larga historia de
la transformación social de los antiguos.
Capitulo lll
El cristianismo cambia las formas de gobierno
La victoria del cristianismo marca el fin de la sociedad antigua. Con la nueva religión termina esta transformación social, que hemos visto comenzar seis o siete siglos antes de ella.
Pero como ya hemos visto, la sociedad se modificó poco a poco. En gobierno y en el derecho se realizaron cambios al mismo tiempo que en las creencias. Ya en los cinco siglos que precedieron al cristianismo, no era tan íntima la alianza entre la religión de un lado, el derecho y la política de otro.
Llegó un día en que el sentimiento religioso recobró vida y vigor, y la creencia, bajo la forma cristiana, reconquisto el imperio de las almas.
No solo se reavivó con el cristianismo el sentimiento religioso; también adquirió expresión más alta y menos material.
La religión ya no ordeno el odio entre los pueblos, ni impuso al ciudadano el deber de detestar al extranjero; al contrario, estaba en su esencia enseñarle que tenía deberes de justicia y hasta de benevolencia para con el extranjero y para con el enemigo.
Jesucristo rompe la alianza que el paganismo y el imperio querían reanudar, proclama que la religión ya no es el estado, y que obedecer al Cesar no es lo mismo que obedecer a dios.
El estoicismo ya había señalado esta separación. El cristianismo hizo lo que solo era el esfuerzo energético de una secta valerosa, la regla universal, e inquebrantable de las siguientes generaciones; de lo que sólo era consuelo de algunos, Hizo el patrimonio común de la humanidad.
Los sentimientos y las costumbres se transforman entonces los mismo que la política. Se debilitó la idea que e hombre se había forjado sobre los deberes de ciudadano. El deber por excelencia ya no consistió en ofrecer su tiempo, su fuerza y su vida al estado.
La política y la guerra ya no fueron el todo del hombre; el patriotismo ya no fue las síntesis de todas las virtudes, pues el alma no tenía patria. El hombre sintió que existían otros deberes que el de vivir y morir por la ciudad.
El cristianismo distinguió las virtudes privadas de las virtudes públicas. Rebajando a éstas, realzó a aquellas; coloco a dios, a la familia, a la persona humana por encima de la patria; al prójimo sobre el ciudadano.
Conclusión
Lo único que no me gusto y que no se me hizo lógico del libro fue el título, dado que hablamos de dos civilizaciones (Grecia y Roma), y en varias ocasiones de una tercera, la hindú, las cuales nos hablaba de sus creencias religiosas, que en un principio fueron domesticas o por tribus (gens).
Hablaba de la organización de la familia, que en las tres era despectivo, ya que la única persona que tenia derechos era el pater familia o el jefe de la familia, las mujeres no tenían derechos (pero eran muy útiles, así que terminaron dándoles derechos), también es interesante ver las formas que tenían los integrantes de una familia para continuar con el culto.
La estructura política fue significativa, dado que desde entonces los pobladores actuales de la tierra nos hemos dado a la tarea de imitar esas formas de gobierno, ya que nos se nos ocurre nada nuevo, por eso tenemos que recurrir al origen para poder plantear una forma de gobierno.
Su forma de adorar a los muertos, aunque un poco rara, marco una pauta en la evolución de estas civilizaciones, ya que de ahí se derivo todo, la reeligen, la familia, los derechos, las obligaciones y las costumbres que hasta hoy tenemos.
Podemos decir que la familia es la base de la sociedad, pero en las civilizaciones antiguas era un poco confusa, ya que ante los demás el único importante era el jefe de la familia, pero dentro de ella todos eran indispensables, de ahí la conclusión que a veces se tornaba difícil de entender la estructura de la familia y su impacto en la sociedad.

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